domingo, 1 de junio de 2008

Sigo sin acostumbrarme a su llamada de teléfono cada dos días, ora en la cena, ora en la siesta de los Sábados, y es que el "niño" podía llamar a la hora que le viniera en gana. No hay un solo día que no le eche de manos. Por ahora no estoy en condiciones de evocarle en blog, y como se merece. Solo diré que era un hombre bueno en el sentido mas "machadiano" del termino.
Os contaré como le ganaba todas las noches sin faltar una al "Estratego", y se cabreaba como una moma cuando no ganaba al parchis de pago... vicio que he perdido con él.

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